sábado, 24 de marzo de 2007

DEL LIBRO INÉDITO “PIEDRA ERÓTICA” (2004)

TU CUERPO Y MI LOCURA

Qué puedo hacer con tu calva, con tu pecho
con esas formas que llenan de vacío las sábanas
estampadas con tu nombre.
Qué puedo hacer si no logro tragar tu presencia mitológica
si me empeño en desmantelar los monumentos de ti
como si no supiese que hasta el aire está salpicado de tu cuerpo
como si no hubiese mordido la mentada manzana
tu carne materializando los sueños de cualquier macho
poético por equivocación.
Y prefiero esta suerte de tono irónico.
Y descreo de tu cara detrás de todas las puertas.
Y apuesto a la vigilia porque el sueño te ha elegido.
Y reniego de la fe hermana de la esperanza.
Y pongo grillos al deseo cuando cae en idolatría.
Y todo esto para hundirme en un cuarto de nadie
en la fascinación de tu rostro
clavado a las cuatro esquinas de mi locura.












RAÍCES DEL AMOR

Debajo del asfalto sin estrellas
la vasta ciudad nos esperaba.
No supimos leerla desde nuestra burbuja.
Se nos metió el mercado entre las ropas
y quedamos con ese olor al hueso de la piel.
Quisimos medir los contornos del viento
tasar la esperanza en moneda común
pero las raíces del amor rompen muros de acero
se cuelan por tragaluces
por los cerrojos del día
y los amantes que habitaban en nosotros
explotaron en chorros de líquido amoroso
limpiando con sangre las calles untadas de hollín
alimentando caseríos de fuego
y avenidas de fuego con su carne.



CONDENSACIÓN

El amor dejó de ser halo
se condensó en ojos
en pezones que miran y no ven
en nalgas de luna
en marea
en muslos que abrazan
ahogando el ímpetu de las embestidas.





AMÉMONOS BAJO LOS PUENTES

Amémonos bajo los puentes
sobre el agua flotante de la dicha
amémonos, amémonos
sobre todo bajo los puentes sin nombre
como si los sueños fuesen todavía posibles
como si el agua fuese la materia prima del sueño
y nosotros formásemos las dos mitades
de un madero arrastrado por el cauce.
Amémonos como si no te hubieras ido
y yo tuviera tus senos envueltos
en mis manos derramadas
y tú me tomaras como el madero que siempre fui
mientras naufragabas por el mar del mundo
ese mar donde finalmente te perdiste.


















EL ÚLTIMO SOL

En todas las murallas escribí tu nombre.
como quien guarda el último sol
antes del diluvio o la muerte.
Un amor escarchado por tantos años
perdido en callejuelas a oscuras
sin abrazos que ahuyenten la penumbra
sin mis manos como pájaros
revoloteando entre tus faldas.
Alumbrados ambos por el roce de los cuerpos
nos fuimos entre callejuelas sin atardeceres
hacia el silencio repleto del mundo
silencio de senos besados a escondidas
para robarles el deseo a nuestros mayores.


















LOS TRES ÁRBOLES

No sé qué tenían esas acacias que albergaron el amor convulsivo de tantos. Debió ser ese espacio de intimidad que creaban con su presencia y la de aquel muro de adobe con tejas en lo alto. Las tejas improvisaban el techo que protege a los amantes de los ojos de Dios. Fueron más de cuarenta años de encuentros furtivos a la sombra de los tres árboles. Sentí un dolor de espinas en el corazón cuando las motosierras del municipio cortaron la posibilidad de tantos orgasmos.





ALGO QUE NO DUERME

Tengo algo que no duerme, una especie de ojo que permanece en vigilia. Podría ser paloma o buitre si volara, pero no lo aseguro. Quizás un temblor, un corazón que late en mi conciencia o más adentro, en los ríos sin nombre del inconsciente. Un recuerdo que es más que un recuerdo, la sensación de tu cuerpo que me abraza, el blando cobijo de tus entrañas de azote. A veces lo imagino como tormenta que arrasa la ciudad y, en ella, los muros siniestros de lo cotidiano.

DEL LIBRO “DE LA MEMORIA AL FÉNIX” (2000)

DESCUBRIMIENTO

Qué tempestad es ésta, me pregunto.
Qué zumbido de rebaños remotos nos reclama.
Ese sonido seco de los cerros, mi sonido.
Esa resistencia de plantas desérticas, la mía.
Soy piedra que apretadamente aparece
Sólo para tus ojos que son ojos entrañables
Sólo para tu beso silencioso y cargado de duda.
Sé que la piedra no sabe de besos
sé que la piedra no sabe del hombre
de sus tempestades interiores
De sus cuerpos combustibles
un día recién encendidos
otro día cegados para siempre.

Adivino con sorpresa tu sangre en movimiento
adivino tu muslo en vez de la luna
y esa arboladura subterránea
y esa ventolera que no cede
y ese estremecimiento que al fundirnos
nos estremece.















EL BAR

A esta hora en que no consigo el rigor de las manos, y las cosas me huyen inexorables, evaporadas del calor constante de cuerpos contiguos. A esta hora las aspas de las luces se extienden por encima y debajo de las mesas, como garfios que atrapan, cercenan mis rodillas. Y oigo el quebrar, siento el doler de los huesos de todos, las muecas de todos y mi dolor sin forma, dibujado en los vagos muros del bar.
Miro de frente al que me mira y descubro el rostro del miedo en el espejo ¿Cuántas veces, cuántas mañanas lo he tenido allí, cristal contra cristal, en ecuación perfecta? ¿Cuántas veces, cuántas noches innumerables lo he tenido allí, cristal contra revólver, en la hora previa del fuego?... Sin embargo, prefiero la noche embotellada y los hielos derritiéndose al calor de la vida.
Ya en la madrugada, cuando las murallas inmateriales desisten y las muchachas regresan a sus cuarteles celestes, gusto de nadar a ciegas en la negrura que derrite las calles, sus árboles y sus puentes. Nadar sin compasión por el cansancio, explorar las orillas de esta copa en que cabe todo el mundo. Nadar afiebradamente y sentarse a temblar, como el feto que late y predice que su primera muerte será un alumbramiento.



























CANTO A UNA CIUDAD DE NOCHE




1
No sé quien rueda esta noche cuando nadie rueda, cuando se nutre el mundo de espantosa quietud y un disparo toca mis oídos en lápida... No pude ver al pájaro bullente de Morfeo, pero sé que sorprende amantes telúricos derribando moteles y les castiga con su marca de luna en sus mejillas.



2
ES MI BAILARINA CON SOMBRERO DE NUBES

Es mi bailarina con sombrero de nubes
tiemblan globos en su pecho y en mis ojos
/tiemblan
Arropémonos
cae llanto de las luminarias
cae llanto de oscuros dorsos invisibles
tan desnudos
tan hambrientos que tiritan
muerden en su caída
Es mi bailarina con sombrero de nubes
tiemblan globos en su pecho y en mis ojos
/vuelan.













3
CÓMPLICES DEL VIENTO

Somos de alguna forma cómplices del viento
de alguna forma piedras pero mortales
Astillado así me hundo
astillado de astillas que se hunden
Somos mariposas clavadas al muro
allí la muerte nos muestra una de sus alas.











4
UN HOMBRE DE MEDIO LADO

Un hombre de medio lado
traga con el cigarro su tristeza
No vuelve a su refugio de invierno
Aquí siempre es invierno
Se derriten nuestras íntimas inflamaciones
Creo que somos humo
sólo humo –piensa
alguien en algún lugar nos está fumando
alguien mastica mi oficio escribiente
alguien que se olvida de vosotras amantes
con tantas vidas escritas en la piel
y en los ojos
un mapa de luces y agujeros.




5
Quisiera descifrar la quietud engañosa del camino, su apariencia de serpiente aplastada por rocas, por bóvedas colosales. Acaso busco bajo las huellas del pavimento, otras huellas, pero de lejanos caballos a la amanecida.

TEXTOS DEL LIBRO “EN LOS CAUDALES DE LA MEMORIA” (1997)

DOS SUR

Pudiste haber sido lecho de río sureño
aeropuerto de pájaros prehistóricos
o camino de gigantes guerreros
pero fuiste desfile de parroquias
lúgubres estatuas domeñando plazoletas
conquistando la ciudad entumecida
Fuiste puente burlón montando al Piduco
cabalgando caserones y palmas gigantes
Fuiste calle llorada con la llovizna dominguera
para que cientos de seres y carruajes perezosos
murmuren y mueran al quebrar la cuadra




BOYERUCA

Sombra de pescadores petrificados
sus barracas y sus redes del abandono
Peces gigantes cuelgan de las lanchas
de hombres fríos
de manos frías y huesos fríos
Niebla: polvo de conchas soportando la mañana
almas ciegas de aborígenes desaparecidos
Me hundo en tus callejones Boyeruca
como los mariscadores hunden sus vidas
/en los roqueríos








NI SIQUIERA LA POESÍA NOS UNIÓ

Ni siquiera la poesía nos unió
El mundo rechinaba en los pasillos
y tú al océano de una cafetera
remando hasta el delirio esquizoide
Y la triste alegría de los otros estudiantes
Yo mismo fui parte de tu mitología
Qué importa el cañón de las bestias apuntándonos
flotando en la significativa poca cosa
/de nuestras conversaciones
Y esa obsesión tuya por destripar los rasgos
por adivinar la intención oculta
Difícilmente las palabras tienen estructura ósea
adoptan la deformidad de los oídos
Pero la muerte en voz alta te dio el aviso
mejor dicho tú le saliste al paso
la sorprendiste sobre los rieles del tren subterráneo
Poco tendrán que decir los héroes muertos
en la barricada generacional
nada dirán los militantes cristianos o comunistas
pero a mi me restan tres o cuatro imágenes
grabadas para siempre en mi espejo onírico