sábado, 24 de marzo de 2007

DEL LIBRO “DE LA MEMORIA AL FÉNIX” (2000)

DESCUBRIMIENTO

Qué tempestad es ésta, me pregunto.
Qué zumbido de rebaños remotos nos reclama.
Ese sonido seco de los cerros, mi sonido.
Esa resistencia de plantas desérticas, la mía.
Soy piedra que apretadamente aparece
Sólo para tus ojos que son ojos entrañables
Sólo para tu beso silencioso y cargado de duda.
Sé que la piedra no sabe de besos
sé que la piedra no sabe del hombre
de sus tempestades interiores
De sus cuerpos combustibles
un día recién encendidos
otro día cegados para siempre.

Adivino con sorpresa tu sangre en movimiento
adivino tu muslo en vez de la luna
y esa arboladura subterránea
y esa ventolera que no cede
y ese estremecimiento que al fundirnos
nos estremece.















EL BAR

A esta hora en que no consigo el rigor de las manos, y las cosas me huyen inexorables, evaporadas del calor constante de cuerpos contiguos. A esta hora las aspas de las luces se extienden por encima y debajo de las mesas, como garfios que atrapan, cercenan mis rodillas. Y oigo el quebrar, siento el doler de los huesos de todos, las muecas de todos y mi dolor sin forma, dibujado en los vagos muros del bar.
Miro de frente al que me mira y descubro el rostro del miedo en el espejo ¿Cuántas veces, cuántas mañanas lo he tenido allí, cristal contra cristal, en ecuación perfecta? ¿Cuántas veces, cuántas noches innumerables lo he tenido allí, cristal contra revólver, en la hora previa del fuego?... Sin embargo, prefiero la noche embotellada y los hielos derritiéndose al calor de la vida.
Ya en la madrugada, cuando las murallas inmateriales desisten y las muchachas regresan a sus cuarteles celestes, gusto de nadar a ciegas en la negrura que derrite las calles, sus árboles y sus puentes. Nadar sin compasión por el cansancio, explorar las orillas de esta copa en que cabe todo el mundo. Nadar afiebradamente y sentarse a temblar, como el feto que late y predice que su primera muerte será un alumbramiento.



























CANTO A UNA CIUDAD DE NOCHE




1
No sé quien rueda esta noche cuando nadie rueda, cuando se nutre el mundo de espantosa quietud y un disparo toca mis oídos en lápida... No pude ver al pájaro bullente de Morfeo, pero sé que sorprende amantes telúricos derribando moteles y les castiga con su marca de luna en sus mejillas.



2
ES MI BAILARINA CON SOMBRERO DE NUBES

Es mi bailarina con sombrero de nubes
tiemblan globos en su pecho y en mis ojos
/tiemblan
Arropémonos
cae llanto de las luminarias
cae llanto de oscuros dorsos invisibles
tan desnudos
tan hambrientos que tiritan
muerden en su caída
Es mi bailarina con sombrero de nubes
tiemblan globos en su pecho y en mis ojos
/vuelan.













3
CÓMPLICES DEL VIENTO

Somos de alguna forma cómplices del viento
de alguna forma piedras pero mortales
Astillado así me hundo
astillado de astillas que se hunden
Somos mariposas clavadas al muro
allí la muerte nos muestra una de sus alas.











4
UN HOMBRE DE MEDIO LADO

Un hombre de medio lado
traga con el cigarro su tristeza
No vuelve a su refugio de invierno
Aquí siempre es invierno
Se derriten nuestras íntimas inflamaciones
Creo que somos humo
sólo humo –piensa
alguien en algún lugar nos está fumando
alguien mastica mi oficio escribiente
alguien que se olvida de vosotras amantes
con tantas vidas escritas en la piel
y en los ojos
un mapa de luces y agujeros.




5
Quisiera descifrar la quietud engañosa del camino, su apariencia de serpiente aplastada por rocas, por bóvedas colosales. Acaso busco bajo las huellas del pavimento, otras huellas, pero de lejanos caballos a la amanecida.

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